lunes, 1 de septiembre de 2008

LA ALBAHACA

Mustia , seca , decaída , apagada , encarcelada , atrapada , fea , desilusionada , tonta , inservible, triste ,melancólica , apática , desafortunada y sola , sola como aquella planta que fue olvidada en su tiesto , sin alimento y sin sol , de cuyas ramas penden unas hojas arrugadas y amarillas que claman por un poco de agua.

Así me siento yo hoy y me pregunto ¿qué hago aquí? ¿Por qué estoy aquí?
Yo no lo he elegido, yo no he querido nacer y, sin embargo, me han obligado a vivir, a vivir en un mundo hostil y sin agua.
¡Qué ironía! Te crean, naces, vives y te abandonan para que mueras lentamente, y entonces ¿para qué me crearon?
No hay respuesta, y mi vida pasa, huye, se va rápidamente, desfila ante mis ojos como si estuviera viendo una película y, no puedo detenerla.

Mis ramas ya no crecen más, no siento mis hojas que amarillean y nadie corta. ¿Por qué nadie las corta para que pueda ir contigo?
Sí, irme contigo, desaparecer, huir, dicen que huir es de cobardes, sí lo soy ¿y qué?
Ojala pudiera dejarlo todo…
¡Qué me corten por favor!
¡Qué arranquen mis raíces para siempre!
Así todo volverá a ser como antes ¿te acuerdas? Como cuando compartíamos aquellas tardes de tormenta viendo a la gente en blanco y negro por la ventana, como cuando dormíamos juntas, como cuando me enseñabas a vivir…

Te fuiste, y no me dio tiempo a despedirme, mejor así ahora simplemente te saludare cuando te vuelva a ver y será como si volvieras de un viaje, de la compra o como sino te hubieras ido nunca.
Te busco todos los días, en todos los lugares, en todos los rincones, en todas las ciudades por las que paso y en todas las personas que se me acercan pero no logro encontrarte.
Dime ¿vendrás a por mi?

Ven, te necesito. Te necesito aquí todos los días, cuando estoy triste porque necesito tu hombro para llorar y cuando estoy alegre porque necesito tus labios para sonreír.
No te encuentro. ¡Qué pena! ¿Dónde estarás? ¿Por qué no vienes?
Cierro los ojos y te veo, te veo en mi memoria ¡gracias al cielo!
Pero no es suficiente, necesito tu olor a rancio, a ropa antigua; tu piel arrugada, tu tacto suave, tu sonrisa perfecta, tus vivarachos ojos, tu calor, tu color negro, y también necesito tu frialdad, tu mal humor y tus enfados.

A pesar de todo, a pesar de que todavía no te encuentro, y a pesar de que mi vida no tiene ya sentido y no se si alguna vez lo tuvo, no pierdo la esperanza de reunirme algún contigo algún día, cuando mis hojas por fin se sequen del todo, caigan a la tierra y mis semillas vuelen hasta encontrarse al lado de las tuyas.
Entonces volveremos a estar juntas y volveremos al patio de tu casa, con tus gatos y tus flores. Volveremos al patio, donde ya no hay penas ni llantos, ni tristeza ni melancolía, donde solo estaremos nosotras dos.

HISTORIA DE UN SUEÑO

Como cada día llego a casa a la misma hora, sobre las tres de la tarde, y, todo sigue como siempre, cada objeto perfectamente colocado en su lugar, inerte esperando ser útil. Entro con lentitud, dejo el bolso y la chaqueta en el perchero, cerrando la puerta tras de mí. Me dirijo a la cocina donde a través de la ventana abierta de par en par se ven algunas banderas blancas en las azoteas, ondeadas por la suave brisa de la tarde, tostadas, deslumbradas por el sol que las impregna de luz y de fuerza.
Esa misma brisa que ondea las banderas, llega a la copa de los naranjos en flor que hay en la avenida, dejando que el suave aroma del azahar trepe cual hiedra hacia el cielo y pase momentáneamente por mi nariz para recordarme que ya es primavera.

Salgo al pasillo, voy a mi habitación, es un largo camino. A la izquierda queda el baño, tan pequeño que parece una celda. A la derecha las otras habitaciones, una abierta, la otra cerrada con llave y al fondo está la mía. Me cambio de ropa y me preparo la comida.
Después me acomodo en el sillón negro del salón, mirando hacia la terraza. Allí en el edificio de enfrente hay varias formas de vida. Desde la pareja de ancianos en la que ella se dedica a limpiar durante todo el día mientras él mira la televisión, hasta la familia numerosa que a la hora de comer se reúne ante la mesa formando una gran algarabía.

¿Sabes? Hace poco yo también he cambiado de vida, me he mudado a una nueva ciudad. Es una ciudad encantadora, donde nunca hace frío, siempre nos acompaña el sol y, casi desde marzo, empieza el verano.
La gente está siempre alegre, será por el calor o quizás será por su forma de hablar.

Tenemos enormes calles de las que se han adueñado esos espantosos monstruos de metal, pero también tenemos pequeños rincones para perdernos, plazas con nombres de santos que me recuerdan a La Plaza, callejones de los que salen hermosas melodías y callejas donde de las ventanas de las casas cuelgan geranios de todos los colores, geranios como los suyos…

¡Mira! En mi balcón se ha posado un pajarito, es un gorrión que todas las tardes a la misma hora viene a visitarme, picotea el suelo buscando las migas de pan que se han caído.
Lo observo un rato y, me siento como él, me convierto yo también en un pajarito con unas hermosas alas, entonces vuelo sobre las nubes y atravieso grandes montañas y ríos caudalosos y caminos y pueblos y ciudades y bosques y llanuras y playas y acantilados y me encuentro en mi ciudad, con mi gente, donde todo sigue igual, como si el tiempo no hubiera pasado o como si yo no hubiese crecido.
Me veo, entonces, con cinco años, con aquel vestido de melocotones que tanto me gustaba. Estoy con ella en su jardín ¡¡viene un abejorro hacia mí!! ¡¡Me da miedo!! Y corro hacia ella que me sonríe y dice que no me pasará nada… y así es, cuando el insecto la ve, se da media vuelta y se marcha, ya puedo seguir regando las flores. Hay muchas alrededor de todo el patio, tenemos lirios, rosales, alcatraces, claveles y los geranios, los geranios son lo más bonito de todo, los hay de todos los colores: blancos, rojos, rosas... A mí el que más me gusta es el de color naranja. Ella dice que no es naranja sino color butano pero yo no sé cual es ese color…

En el centro del patio hay un níspero o ¿era un ciruelo? Ya no me acuerdo… pero sí recuerdo que era mi cabaña, me subía a él a esperar que tuviera sus frutos listos para comerlos. Desde allí los cogería fácilmente.
Me iba a quedar allí toda la primavera ¡yo quería coger la fruta ya!

Ese día me hizo bajar del árbol porque tenía una sorpresa para mí, pero primero tenía que alimentar a las plantas y después me la daría. Aquella vez no me importó que hubiera tantas flores, habría regado diez jardines como aquel.

Cuando terminé me cogió de la mano y me llevo hacia el fondo del jardín. Yo nunca iba, me daba miedo porque aquella era la casa de los abejorros, vivían allí. Ella me contó que aquel era el lugar donde el abuelo guardaba las herramientas del trabajo y donde el tío jugaba y guardaba sus caballos, ¡¡caballos de verdad y no de madera como pensaba yo!! Me dijo también que no pasaba nada por ir allí, que los abejorros no me harían nada si yo no los molestaba a ellos.
Me llevó dentro de la cuadra, me señaló el rincón más alejado y entonces, lo vi ¡¡ era una camada de gatitos!! Mi gata había tenido gatitos pequeños y muy bonitos, uno era blanco con manchas negras ¡parecía una vaquita! Otro era totalmente negro y era el que más llamaba la atención, los otros eran como su madre: blancos con manchas marrones de diferentes tonos.

De pronto el pajarito de mi balcón levanta el vuelo y se va y yo me tengo que ir con él, ahora me elevo sobre las nubes, sobre el firmamento, y sobre las estrellas y la veo otra vez con su traje negro, siempre vestía de negro; pero ya no tengo cinco años, estoy a punto de cumplir veinte y ella me vuelve a tender su mano para guiarme otra vez, pero el jardín ya no es el mismo de antes, los abejorros siguen ahí y yo ya no me puedo esconder detrás de su falda, pero igual que antes, al verla el abejorro huye. Me ha vuelto a salvar y estoy contenta por volver a reunirme con ella.

Es curioso pero cuando quieres a alguien nunca se va, puede que no la veas más, puede que no hables con ella todos los días pero resulta que se ha convertido en una parte de ti, una parte que te acompañara siempre y que nunca olvidarás .

Ella era tan fuerte… tenía un corazón tan grande… y gracias al cielo que ahora ella está dentro de mí dándome fuerzas para continuar por este largo camino, siempre cogida de su mano.
Sí murió ayer pero no se ha ido porque me tiene que defender de los abejorros, ella nunca me abandona.


EL PAJARO SE HA IDO Y ALGUIEN LLAMA A LA PUERTA.

ME QUEDA UNA MANO LIBRE

¿ERES TÚ?

MEMORIA

Contaba hace unas semanas Jaume Balagueró en El País que el verdadero problema del fin es que ya no habrá nadie para recordarlo. Como no se cuando llegará mi fin particular iré dejando por aquí algunos vestigios de lo que fue, es y será mi fantasía. Como decía Eduardo Mendoza, la memoria es el último superviviente del naufragio de nuestra existencia, aunque lo cierto es que la memoria, al menos la mía, no es muy fiable. Por eso creo este blog para colgar los relatos que escribí en ratos de aburrimiento e inspiración y los que aún me quedan por escribir.
Sólo espero que mis pequeñas historias lleguen a alguien y no se pierdan en la inmensidad del universo digital.